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sábado, 22 de agosto de 2009

Algo Huele mal en Sociales

Su movimiento estudiantil es la mejor expresión de que dicha facultad hace mucho tiempo que abandonó la intención de ser realmente influyente en los procesos de transformación social que Chile urgentemente requiere. Conformándose con una acción testimonial, acorde a los sectores más infantiles de la política nacional.

Para nadie es un misterio que el movimiento estudiantil atraviesa una profunda crisis de sentido. Algunos, con un afán oportunista claro está, dirán que la crisis tiene su origen este año y es producto de la actual conducción del movimiento estudiantil. Pero lo cierto es que esta crisis se viene arrastrando hace ya un par de años atrás y si bien no tiene una única causa, en ella influye una visión dogmática e iluminista de construir movimiento estudiantil. Las movilizaciones de los 2 años anteriores –que en la Universidad de Chile no fueron más que tomas de la Casa Central sacadas con fórceps- no hicieron más que intentar ocultar la ya creciente apatía que presentaba un estudiantado carente de triunfos y de conducciones responsables. Ante esto, nadie quiere asumir responsabilidad alguna, contentándose con hacer énfasis en las diferencias, llegando a límites irrisorios e incluso con vueltas de chaqueta. Pero hasta eso tiene un límite.

La situación de la Facultad de Ciencias Sociales puede considerarse emblemática en esto y claramente supera el límite. Frente a la iniciativa del Congreso Nacional de Educación, la discusión giró en torno a ver “cuáles son los reales intereses de los actores en juego” o en “por qué la iniciativa no emergió desde las bases (concepto cada vez más vacio con el que cualquier sector marginal es capaz de llenarse la boca)”. Surgiendo una cantidad de tesis conspirativa cada cual más absurda que la otra. Lo que pasó a ser burdo cuando emergen voces planteando “colusiones” entre el banco mundial y la FECH para “perpetuar y consolidar un régimen neoliberal en la educación superior". ¿Y qué queda de esto? Un esfuerzo absurdo, que raya en el delirio, de buscar la diferencia a ultranza, con tal de sentirse que “mi posición es más revolucionaria que la del resto”.

Que mejor ejemplo que frente a las dos propuestas de acceso que se han escuchado hablar este año –la propuesta realizada por el departamento de psicología y el propedéutico como experiencia realizada en la USACH y factible de implementar en la U. de Chile- la única respuesta que emerge de este movimiento estudiantil es que “a dichas propuestas estamos solo dispuesto a apoyarlas si las consideramos tácticas, puesto que están muy lejos de ser estratégicas”. Esto con el fin de criticar a los sectores que las impulsan, dado que, a diferencias de estos súper revolucionarios de digna y eterna consecuencia, pretenden conformarse con estas pequeñeces meramente tácticas. Demás está decir que la “propuesta estratégica” nunca ha sido siquiera formulada y, por ende, mucho menos impulsada. Quizás esperan que emerja de manera espontánea “desde las bases” o que estemos ad-portas del socialismo galáctico para recién decir ahí que estamos frente a algo “estratégico” o “de fondo”.

Siguiendo con el tema del acceso, resulta irrisorio el posicionamiento de los sectores estudiantiles frente a la propuesta de Psicología. El CECSO esperó que la propuesta surgiera desde las bases sin tener ninguna apreciación ni orientación al respecto. El resultado fue absolutamente dañino para el movimiento estudiantil. El tema fue solamente discutido por la carrera de psicología, consolidándose una opinión que solo fortaleció a los sectores más reaccionarios de la Facultad y solo frente al evidente error táctico, estratégico o como quieran llamarle, otros sectores estudiantiles surgen con voces críticas, siendo que si hubieran estado en esa posición su actuar hubiera sido igual de absurdo y vacío de contenido político. Esto no es más que la Democracia Directa como un fin en sí misma.

A final de cuentas, a los estudiantes de sociales se les negó la posibilidad de tener una discusión en la Facultad entre los 3 estamentos, como así ocurrió en gran parte del resto de la Universidad con distintos grados de participación por cierto, entre los cuales destaca la discusión de campus centro con numerosas exposiciones estudiantiles y la participación activa en la discusión de varios académicos y autoridades tanto de INAP como de Artes. En sociales no hubo un intento real de entregar a los estudiantes otras visiones que pudieran efectivamente ampliar sus visiones para dar una discusión un poco más cercana a los reales debates que se están dando en el país. Generándose, por el contrario, una discusión sesgada, hegemonizada por posiciones dogmáticas, híper ideologizadas y que tanto daño han causado a la construcción de movimiento popular en Chile.

Y para colmo, luego de tener una discusión de bajo nivel y encerrada en solo un estamento, “nuestros dirigentes” pretenden que votemos si nos sumaremos al resto del congreso, que si intentó discutir de manera seria, con mejores o peores resultado claro está. El voto será con el fin de considerar “los verdaderos y ocultos intereses” de quienes “coludidos con los sectores más rancios del neoliberalismo chileno intenta legitimar una propuesta que mercantilizará la educación en Chile”. Esto no tendrá otro resultado que intentar sentar un precedente nefasto en lo que ha sido el primer intento real de converger la discusión de los distintos actores sociales de la educación, representados por sus organizaciones gremiales, que para estos sectores, por cierto, no son más que “cúpulas burocráticas de poder que solo intentan auto reproducirse”.

Es evidente que este Congreso de Educación no es (porque tampoco ha pretendido serlo) LA instancia que logrará levantar un discurso común entre todos los sectores que intentan revertir la ofensiva privatizadora en la educación superior. Pero si es un paso importante. Negar esto, bajo la consigna de tesis conspirativas de poca monta resultaría bastante jocoso si es que no se considerara el daño que se le está generando a un movimiento que necesita la mayor correlación de fuerza posible para dar una lucha que efectivamente le permita incidir en las transformaciones en educación superior que se espera nazcan del ejecutivo el próximo año. Independiente de que si el presidente es Frei o Piñera.

Es una irresponsabilidad política demasiado profunda negar la posibilidad de converger demandas con otros actores políticos producto de una argumentación teórica, en base a postulados dogmáticos que no surgen de realidad. Un ejemplo en torno a esto, que si bien no es homologable del todo algo demuestra lo retrasado que está el movimiento estudiantil en comparación con otros actores sociales: Dentro de la CUT los empleados fiscales siempre han sido un sector importante y mayoritario. Es más, el sector público de trabajadores ha sido siempre hegemónico en oposición a una incipiente sindicalización del mundo privado. Pero ha existido una preocupación de impulsar y converger con demandas propias del mundo privado. En la movilización de los subcontratistas del cobre, por ejemplo, si bien se instaló como idea, nunca fue una demanda central el traspaso al fisco de esas innumerables empresas subcontratistas que prestan servicios a CODELCO, el avance real fue lograr la negociación inter-sindicatos directamente con la empresa estatal y desde ahí obtener beneficios para los trabajadores. Que error más nefasto hubiera sido que algún iluminado planteara que esa movilización pretende “perpetuar el modelo económico al no cuestionarse el problema de la propiedad en estas empresas subcontratistas”. Por suerte en el mundo sindical existen dirigentes serios a diferencias de varios “dirigentes” estudiantiles.

En resumidas cuentas acá los más damnificados son la mayoría de los estudiantes de sociales que, hartos de un accionar absurdamente radicalizado que llevó a esa facultad, el año pasado, a estar tomada por más de un mes sin siquiera un petitorio claro y, por cierto, sin obtener ningún avance; optaron por una alternativa que por un lado planteaba la necesidad de recomponer el diálogo triestamental serio y con perspectiva a largo plazo y la necesidad, también, de re-insertarse de manera real con el debate del resto del estudiantado de la Chile, a través de la FECH. El hecho concreto y real es que ninguna de esas dos promesas se materializó; emanando nuevamente una conducción iluminista, dogmáica e incapaz de construir procesos de cambio real en los cuales pueda incidir el movimiento estudiantil.

Mientras nos peleamos por demostrar quién es más revolucionario. En la vereda del frente -auspiciados por El Mercurio- la elite económica y política del país avanzan a pasos agigantados en acercar posiciones que permitirán el esperado perfeccionamiento al modelo de educación superior que ansían. Es justo que surja la duda y preguntarse: ¿a quién realmente están beneficiando estos sectores “revolucionarios y consecuentes”?