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lunes, 28 de febrero de 2011

Medio Oriente

La agitación que se vive en medio oriente es vista con atención por ojos de todo el mundo. Ya han caído los Gobiernos de Tunez y Egipto; y en Libia en estos momentos se desarrolla una cruenta guerra civil que amenaza al régimen de Gadafi, al cual los actores internacionales ya le han quitado todo el apoyo.

Es que ante cambios tan importantes en el panorama político de la zona que posee la mayor cantidad de petróleo del mundo, nadie quiere estar lejano ante los nuevos poderes que ocuparán la zona. EEUU, por ejemplo, mientras alienta con fuerza (y barajando la posibilidad de ofrecer poder bélico a los insurgentes) la salida de Gadafi –uno de sus mayores opositores de la zona- no fue de tan buena gana el apoyo obligado que tuvo que hacer Obama a la salida de uno de sus principales aliados de la zona, Mubarak, en Egipto. Tampoco abría una reacción de buena gana si la ola revolucionaria golpea con fuerza a Arabia Saudita, el país más fuerte de la zona, y también cercano a EEUU.

Según lo que nos informa la prensa, las banderas de lucha de los rebeldes son por más democracia y libertades civiles –los valores principales de la democracia burguesa- pero el impulso principal de los rebeldes son necesidades materiales, de comida, agua y vida digna. Ya lo menciona Fidel en una reflexión hace unas semanas atrás: Los pueblos no desafían la represión y la muerte ni permanecen noches enteras protestando con energía por cuestiones simplemente formales. Lo hacen cuando sus derechos legales y materiales son sacrificados sin piedad a las exigencias insaciables de políticos corruptos y de los círculos nacionales e internacionales que saquean el país.

Esperemos que las revueltas en dicha zona –que sabe de violencia, hambre, dictadores, intervención imperialistas, entre otras cosas- conquiste libertades para el pueblo y no solo la llamada libertad de comercio que no es más que un cambio de amo desde gobiernos de tradiciones aristócratas a nuevos gobiernos de intereses burgueses, pero el mismo pueblo explotado. Pero se debe tener conciencia que la hegemonía dentro de la llamada ola revolucionaria, se encuentra aun en disputa y que múltiples sectores de poder mundial, que dependen tan profundamente de la producción petrolera, están deseosos de mostrar banderas de apoyo con el fin de mantener su influencia en la zona.