El año 2002 sectores militares Venezolanos intentaron realizar un Golpe de Estado contra Hugo Chávez. La acción militar se acompañó de un secuestro al mandatario. A quien estando incomunicado se le intentó obligar a firmar una carta de renuncia a la presidencia, lo cual sumado a los intentos de EEUU para que la mayor cantidad de países abalaran las nuevas autoridades (entre los cuales, el Gobierno de Ricardo Lagos fue unos de los primeros en responder, en una situación completamente vergonzosa para la imagen internacional de nuestro país) demostraba que tras la acción militar existía una operación política de gran cálculo, destinada a desequilibrar Venezuela impidiendo su avance democrático a un nuevo sistema económico-social.
La rápida acción internacional, el rol de los medios de comunicación alternativos y la enorme masividad de protestantes en contra del Golpe de Estado, logró que en menos de 48 horas Hugo Chávez recuperara el control del Gobierno, propiciando una derrota a las pretensiones imperialistas dentro del continente.
A dicha derrota, se le han sumado muchas más. El notorio crecimiento de los Gobiernos de izquierda en la región, el fortalecimiento económico y político de instancias como la UNASUR y el alba, demuestran que un deseo de soberanía y autodeterminación se instala con fuerza entre los pueblos latinoamericanos. Lo cual, sumado al enorme descredito internacional a la política exterior de Bush, que ha obligado al nuevo presidente de Estados Unidos ser mucho más cauteloso a la hora practicar el intervencionismo propio de su país en la región; deja a la oligarquía latina mucho más indefensa a la hora de defender sus privilegios-
Era necesario, por tanto, realizar un contragolpe. Y lo que vemos hoy día en Honduras no es más que la ofensiva del sector reaccionario que intenta detener avances democratizadores más profundos en más países de la región.
Manuel Zelaya tiene un historial político, por decirlo menos, peculiar. Pocas veces se puede ver mandatarios que estando en el Gobierno realizan virajes políticos tan notorios, dejando perpleja a la elite política que lo sustentaba. Eso explica la reacción del parlamento, donde solo los 4 congresistas de izquierda se abstuvieron de participar en la inconstitucional sesión del Congreso que nombró a Roberto Micheletti, quién hasta ahora se desempeñaba como presidente de la cámara, como Presidente de la República.
Sin embargo bastante mal cálculo realizaron los golpistas, puesto que se enfrentan a una opinión internacional completamente contraria. Unos más dudidativos que otros, todos los países y organismos internacionales han condenado el Golpe de Estado, incluso EEUU. Esto por sí solo no garantiza que en Honduras pueda efectivamente volver a instalarse su gobierno constitucional. Para esto se requiere una contraofensiva mucho más decidida que tiene que emerger del propio pueblo de Honduras.
Es mucho lo que está en juego detrás de este Golpe de Estado.
Impedir, como se ha hecho, iniciar el proceso de reforma constitucional que permita cambiar una de las constituciones más rígidas del mundo, marcaría un hito político de impunidad a todos los sectores reaccionarios que en distintos países ven en riesgo sus privilegios por los cambios económicos y sociales que se pretenden impulsar; fomentando un nuevo impulso de las acciones sediciosas de las cuales Chile ya ha sido testigo.
Es necesario, por tanto, solidarizar con mucha fuerza con el pueblo de Honduras. Para que se respete la soberanía y la auto-determinación de dicho país, el cual, tiene el legitimo derecho de cambiar, por la vía democrática, la constitución que lo rige, sin que los poderes fácticos actúen desde la sedición, impulsados por el miedo de perder sus privilegios que dudosamente han alcanzado.
Es sumamente grave lo que ocurre en Honduras. Se requiere de una respuesta contundente, que demuestre la fuerza moral de todos quienes desean proyectar una Latinoamérica capaz de garantizar derechos humanos, políticos y sociales a toda su población. Debemos tratar de ser en algo partes, aunque sea con un mínimo grano de arena, de fomentar que lo antes posible pueda volver el orden constitucional en Honduras, que en las elecciones de noviembre se permita que todos sus ciudadanos puedan decidir libremente si desean impulsar un proceso de asamblea constituyente. Nadie puede impedir esa soberanía. Que mal precedente sería.
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