Secciones

viernes, 19 de diciembre de 2008

Curioso por Uruguay

El año pasado tuve que realizar un trabajo sobre coyuntura política de la República Oriental del Uruguay con el cual pude interiorizarme en mayor grado sobre las raíces y causas de un momento político singular en dicho país, que se caracteriza por que está en finalizar el primero gobierno de izquierda luego de interminables sucesiones entre el Partido Colorado y Nacional.

Los primeros antecedentes directos se sitúan en la década de los 70', donde Federaciones estudiantiles, sindicatos, partidos de izquierda e incipientes movimientos sociales, confluían en la generación de un referente político, denominado Frente Amplio, dispuesto a acabar con la hegemonía de los 2 partidos tradicionales. Luego de innumerables procesos políticos, propios del contexto latinoamericano de la época que incluye cruentas dictaduras militares, se llegó a los 90' con una fuerza política que agrupa desde sectores socialdemócratas hasta de izquierdas marxista - leninistas y otras de arraigo indígena. Dicho Frente Amplio luego de un constante proceso de crecimiento logra hacerse del Gobierno hace unos pocos años, siendo Tabaré Vásquez el primer presidente Uruguayo de izquierda y no perteneciente ni al Partido Colorado ni al Partido Nacional.


Las expectativas, bajo el contexto de un aumento de la influencia de los sectores de izquierda en la región, perspectivaron que el Gobierno de Tabaré Vásquez, si bien con una política más moderada, iba a confluir en los procesos de la región que cuentan con un claro liderazgo de Venezuela y respaldo a la historia Cubana. Si bien Uruguay puede verse como un potencial aliado, la confluencia no ha sido la óptima. Es más, el Gobierno de Cristina Kitchner, con una base partidaria menos progresista que el Frente Amplio, ha sorprendido con medidas mucho más progresistas que su República hermana: Mientras en Argentina el parlamento aprueba la estatización de las AFP; en Uruguay, el Presidente veta una ley que despenaliza el aborto terapéutico.

El Frente Amplio claramente no ha estado a la altura estos 4 años de lo que pudo haber sido un gran Gobierno progresista en un país que, si bien no posee mayor peso geográfico en la región, cuenta con un liderazgo que lo sitúa como un actor de consenso y respetado para el resto del continente.


Esto nos puede llevar a dudar de la pertinencia de generar convergencia en torno a sectores socialdemócratas más bien alejados de una línea más crítica a los manejos bajo administraciones neoliberales. Discurso el cual, traído a la experiencia chilena reafirmaría una mirada crítica a los pactos por omisión y convergencia en torno al concepto de “no a la exclusión” con sectores de la Concertación por parte del Juntos Podemos y la izquierda extra-parlamentaria.

Sin embargo, la propia experiencia Uruguaya nos muestra un escenario muy particular que si bien no hace no reconocer las falencias de estos 4 años, si perspectiva un camino más auspicioso y por ende una estrategia política acertada. El Congreso del Frente Amplio acaba de situar a José Mujica, apoyado por el Partido Comunista y Tupamarus, como el candidato oficial de la coalición de izquierda con más de un 70% de respaldo, lo cual lo deja hasta ahora como la carta mejor posicionada para remplazar a Vásquez en el sillón presidencial. Si bien dicho apoyo del congreso no garantiza aun del todo que sea Mujica el que finalmente sea el candidato del Frente Amplio (puesto que aun falta una especie de primarias abiertas), demuestra el crecimiento que han tenido los sectores más de izquierda, posicionándose como partes del oficialismo, pero con un discurso crítico a los intentos de neo-liberalizar las políticas de gobierno (intento los cuales, pocos no fueron).

Uruguay, si bien no es un ejemplo de políticas anti-neoliberales en el continente, no solo se debe reconocer los cambios que se han logrado en comparación a las administraciones coloradas y nacionales; sino que además, las posibilidades que solo en 4 años dicha nación gire más aun a la izquierda en políticas anti-neoliberales y referentes aliados dentro de la región, lo sitúan como un país del cual la izquierda chilena debe nutrirse mucho para ganar experiencia y asumir exitosamente los desafíos que se proyectan.


Nadie duda ya, en todo el espectro político, que los Gobiernos de la Concertación tuvieron un enfoque mucho más neo-liberal del que se esperaba que implementaran antes del retorno de la democracia. En dicho nulo avance, e incluso retroceso, encontramos un sin número de responsables, quienes ya sea por acción o por omisión, permitieron que la Concertación se derechizara, la desigualdad aumentara y las oportunidades disminuyeran. Más allá del juicio crítico de dicho proceso, situarnos ad-portas de una nueva elección presidencial con una izquierda más fortalecida, lo que se expresa, entre otras cosas, en el buen resultado municipal requiere una reflexión profunda de los próximos pasos a dar.


Tenerle miedo a que el Partido Comunista pierda su identidad y cambie su programa político en función de los actores con los que converge, no solo es un resguardo infantilizado, sino que además no responde a la tradición histórica del Partido en coyunturas, incluso, bastante símiles al proceso actual. Se requiere entonces afrontar con mayor energía los pasos de acrecentar presencia e influencia en las instancias institucionales que dará el Partido en torno a la disputa parlamentaria y la confluencia de levantar un candidato presidencial único con todas las fuerza de izquierda.


Dicho camino no solo muestra coherencia con la realidad de una nación en la que podemos encontrar características similares en torno a la articulación histórica de la izquierda, sino que además, genera consenso con una diversidad de sectores de izquierda que son los que emergen con mayor fuerza en el actual momento político. Teniendo el necesario resguardo de controlar los egos personales y disputas intestinales que pueden surgir en cualquier coyuntura de emergencia de nuevos actores políticos, la actual línea de estrategia política no solo augura un crecimiento en la influencia de los sectores de izquierda sino que además se vincula con un fortalecimiento en sus discursos emancipadores y una mayor aceptación de estos por parte de vastos sectores de la ciudadanía que pese a no mirar con malos ojos un crecimiento de las fuerzas de izquierda están hasta ahora muy lejos de identificarse con ellos y adscribir a sus demandas.

2 comentarios:

Cata Canals dijo...

Hola: interesante tu articulo... en vdd yo no se mucho del tema como para darte alguna opinion al respecto... pero me sirve para informarme...

Solo una cosa, en una parte dices "situarnos ad-portas de una nueva elección presidencial con una izquierda más fortalecida, lo que se expresa, entre otras cosas, en el buen resultado municipal" (8vo parrafo); en realidad me cuestiono si fue bueno el resultado municipal; considerando un aumento de un 0,47% en alcaldes y una disminucion de 0.09% en concejales(respecto al 2004); con eso yo diria que estamos en igual condiciones que antes en tanto apoyo de la gente... apesar de tener mas cargos de representacion...
Bueno eso, saludos!!
Me gusto el texto :)

Héctor Morales H. dijo...

Uruguay es un gran país. A pesar de su tamaño de isla inserta entre dos colosos países casi continente como son Brasil y Argentina. Es un país con identidad y tradiciones. La democracia uruguaya no ha sido un tema fácil. También allí se instaló la tesis de Nixon y el ideario de "América para los americanos", frase retórica que entiende América como el continente total, pero entiende por "americano" a los norteamericanos.
A propósito de este artículo un recuerdo por el General Seregni. Un Líder del Frente Amplio de antaño y hoy en la memoria de los adictos a gobiernos democráticos de amplio consenso, antineoliberales y progresistas