No necesitamos un movimiento estudiantil circular, que se ahogue en intestinas peleas internas. No necesitamos los mesianismos de quienes pretenden acabar con lo “añejo” y traer la “única verdad” de cómo construir movimiento estudiantil.
Necesitamos convergencia, unidad, respeto, ideas.
Necesitamos que el movimiento estudiantil dimensione su real fuerza si se organiza, dimensione el rol histórico que puede jugar. Necesitamos un movimiento estudiantil activo, que se levante ante los otros actores –tanto de la universidad como del país- y entregue propuestas, exija, incida en la realidad.
El movimiento estudiantil tiene que avanzar en dirección de satisfacer las demandas y los deseos de los estudiantes.
Las demandas por una educación de calidad, por terminar con la situación precaria de algunas de nuestras disciplinas al arbitrio del mercado y especuladores, por fortalecer nuestras mallas, nuestras competencias. Exigir con fuerza que no pueden existir estudiantes de primera y de segunda clase. Todos somos universitarios, todos queremos educación de la misma calidad.
Pero no solo las demandas de los estudiantes, también sus deseos. Esos que dicen relación con hacerse parte de la construcción de un nuevo Chile, de utilizar nuestras disciplinas para intervenir la sociedad, para que nuestra formación se traduzca, además, en un enriquecimiento en la calidad de vida de nuestro entorno. Todos somos de la Universidad de Chile, todos nos encontramos acá con la convicción de que podemos forjar un mejor Chile.
Hemos conquistado espacios, ahora debemos dotarlos de contenido.
Incidir en los espacios de poder que existen al interior de la Universidad, ha sido una demanda histórica de los estudiantes organizados, Ya lo dijo el grito de Córdoba de 1918: “La federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho de darse gobierno propio radica principalmente en los estudiantes”. De eso ya 92 años, en los cuales la Universidad y la Sociedad en su conjunto han cambiado por completo. Lo que sin embargo no se ha traducido jamás en que los estudiantes claudiquen en su demanda casi fundacional como movimiento, de ser partes del gobierno universitario.
Demanda que sin embargo se ha acoplado y ha co-existido en la acción política de los estudiantes de cara a la sociedad, donde las disputas entre estamentos tienden a disminuir y es la comunidad universitaria en su conjunto la que sale a defender la universidad de tiranos externos como lo ha sido el neo-liberalismo.
Los estudiantes jugamos ese doble juego: apostamos a incidir en los espacios de poder al interior de la Universidad y, además, ser factor de unidad de los estamentos cuando se trata de defender y potenciar la Universidad Pública.
El Senado Universitario es una conquista del movimiento estudiantil y una conquista además de la Universidad en su conjunto de despojarse de los estatutos que heredó de la dictadura. Y en cuanto conquista es un espacio que tenemos que ir a dotar de ideas, propuestas, conducción e incidencia. Sin embargo, en conjunto a esto el movimiento estudiantil debe seguir reflexionando de cómo hacer más incisiva y eficaz aun su participación en el Gobierno Universitario.
No nos conformamos con el nivel de democracia que trajeron los nuevos estatutos. Estos son un avance en relación a lo que nos impuso la dictadura, pero un avance el cual se tiene que profundizar, mejorar, depurar. No bajaremos esa bandera de lucha.
Pero paralelo a eso, observamos que las instancias que abrió el nuevo estatuto para la participación estudiantil, ahora no están siendo aprovechadas del todo. Por ejemplo, en muchas unidades académicas los estudiantes no se hacen parte de los Consejos de Escuela o de Facultad y en algunos casos que si existe participación, ésta no es sociabilizada de manera oportuna y eficiente a la totalidad de estudiantes del espacio. Siendo que la experiencia demuestra que un movimiento estudiantil activo e informado de lo que ocurre en su unidad académica puede incidir activamente en ella y propiciarle triunfos al movimiento estudiantil.
Por tanto, una de las principales funciones que debe cumplir un Senador Universitario del estamento estudiantil, es entregar todos los elementos y herramientas sobre cómo se desarrolla la discusión en los espacios universitarios, para que los estudiantes de las distintas facultades, programas o institutos puedan incidir en la discusión política al interior de sus unidades académicas. Esto con el fin de fijar tácticas que impliquen dar respuestas coordinadas y transversalizadas en toda la universidad, cuando las demandas que se están levantando en los distintos espacios son problemáticas comunes a todos los estudiantes.
Este es mi primer compromiso.
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